Para cultivar el amor altruista,
debemos primero estar plenamente conscientes de nuestro propio deseo de
liberarnos del sufrimiento y de experimentar bienestar. Este paso es
especialmente importante para aquellos que tienen una imagen negativa de sí
mismos o que han sufrido tanto que sienten que no están hechos para la felicidad.
Entonces nosotros debemos generar una actitud cálida, tolerante y benevolente
hacia nosotros mismos y decidirnos a lograr lo que en verdad es bueno para
nosotros mismos.
Una vez que reconozcamos esta
aspiración, debemos reconocer que es compartida por todos los seres. Debemos
reconocer nuestra humanidad común y hacernos conscientes de nuestra
interdependencia.
El famoso Monje budista Matthieu Ricard, nos recomienda trabajar en los siguientes puntos:
1. Concentremos primero nuestra
meditación en un ser querido
Es más fácil empezar a entrenarnos en
el amor altruista al pensar en alguien muy querido para nosotros. Podemos
imaginar a un niño que viene hacia nosotros sonriendo, lleno de inocencia.
Después hacemos fluir hacia él un amor, ternura y cuidado incondicional, a la
vez que le deseamos todo lo bueno: ‟que esté seguro, saludable y prospere
en la vida”. Alimentemos este amor y dejemos que llene nuestro panorama mental.
2. Extiende tu meditación
Después extiende este amor
benevolente más allá de tus seres queridos para llegar a los extraños. Ellos
también desean ser felices, incluso si, al igual que nosotros, a menudo se
sienten confundidos en cuanto a la forma de eludir el sufrimiento. Finalmente,
extiende tu benevolencia a aquellos que actuaron erróneamente contigo y que
causan daño a otras personas. Esto no significa que queremos que tengan éxito
en sus malévolos intentos, sino que deseamos profundamente que el odio,
crueldad, avaricia o indiferencia que habita en su mente se apaguen. Veámoslos
como vería un médico a un paciente con una enfermedad mental grave.
Por último, envuelva a todos estos
seres conscientes, humanos y animales, con un amor infinito.