Dice
el refrán que cuando sembramos tormentas recogeremos tempestades; y
es que, cuando sembramos odio, rencor, agresividad o venganza,
la vida nos lo devuelve multiplicado.
Todas
nuestras acciones tienen su respuesta ya sean constructivas o
destructivas. Siempre las veremos de vuelta hacia nosotros/as
con mayor intensidad. No hay impunidad para la crueldad, la ira,
la violencia, el rencor, la maldad. No podemos esperar amor,
felicidad, gratitud y que nos sonría la vida con esas actitudes
destructivas. No podemos esperar un fruto maravilloso de la
vida cuando sólo le aportamos nuestras quejas y
lamentos.
Sabemos
que todo lo que pasa en el mundo físico, se origina desde un mundo
no físico que está en nuestro interior. Las cosas las creamos
dos veces; una en el mundo no físico y otra en el mundo
físico. Desde nuestro mundo espiritual y nuestros pensamientos
creamos todo lo que sucede a nuestro alrededor, todas nuestras
experiencias y vivencias vienen acorde a lo que tenemos dentro.
Lamentablemente
nos hicieron creer que todo lo que tenemos hay que exigírselo al
mundo. Es por ello que cometemos el error de
tratar de modificar lo que pasa afuera para poder encontrar la
satisfacción que no encontramos adentro, lógicamente esto jamás
dará resultado pues lo cierto es, que somos arquitectos de
nuestro destino.
Esa
es la única causa de nuestro sufrimiento: intentar luchar
por cambiar lo que sucede fuera de nosotros.
Las
personas que son capaces de modificar sus pensamientos
pueden tener un gran control sobre sus emociones y por
tanto, ser capaces de tomar decisiones más acertadas y
constructivas.
La
ley universal está fundamentada en los PENSAMIENTOS. Los
pensamientos actúan como imanes, lo semejante atrae a lo semejante,
por consiguiente, de pensamientos positivos se deducen actitudes
positivas que atraerán invariablemente aquellas condiciones que se
correspondan a su naturaleza. Por
tanto gira tus pensamientos y acciones hacia el lugar que los quieras
ver según tus deseos.
Todo
empezará a llegar a tu vida de la forma en que lo habías
esperado. Siembra primaveras, no olvides que la
Divinidad que nos da forma también está dentro de nosotros/as.
Y tú? ... ¿Qué estás sembrando?
Y tú? ... ¿Qué estás sembrando?