lunes, 14 de enero de 2019

No te mueras con tus muertos

Un objetivo importante cuando se trata de la observación interior debe ser, en primer lugar, observar cómo las "reacciones mentales" surgen de manera automática, por inercia. Esto nos debe servir para comprender una cosa: no somos tan culpables como siempre hemos creído. 

El mayor tirano que existe en nuestra vida no somos nosotros sino la historia personal, nuestro “yo”. Es esa vocecita que surge de manera espontánea en nuestra mente y nos dice lo mal que hemos actuado, lo arrepentido que deberíamos estar y lo mucho que le hemos fallado. 


Presta atención, ¿sabes de dónde nace esa voz?: de la nada. No hay nadie detrás, sólo recuerdos, memoria almacenada a lo largo de los años y una inercia que tiende a revivir continuamente las mismas situaciones y los mismos miedos, sólo para tapar la realidad: aquí y ahora no existe el “yo”. 


Es hora de que dejes de culparte, de sentirte mal por no haber sido justo/a o por no haber cumplido las expectativas de tus padres, de la sociedad o de ti mismo/a, por no haber alcanzado la paz. Tú no tienes culpa de nada, en primer lugar porque tú ya no eres esa historia personal. Todo eso es pasado. Déjate vivir, haz las paces contigo mismo/a y fluye en el ahora con sinceridad, sin buscar nada a cambio. Sólo así podrás vivir en lo desconocido del aquí y ahora, en la verdad, sin pasado ni futuro.

Terminamos con esta preciosa  reflexión del escritor y psicólogo René Trossero, "No te mueras con tus muertos"...   Dice así:


No te mueras con tus muertos; ¡diles tu adiós esperanzado, como despides al sol en el ocaso, la luna y las estrellas en la aurora, sabiendo que a su turno y a su hora todos volverán hacia tu encuentro!

No te rebeles frente a la alegría ajena. No pretendas que todos se mueran con tus muertos; que cada uno lleva su peso con llorar los suyos.

Y es mejor para ti que te contagien su alegría y sus ganas de vivir y no se hundan contigo en el pozo de tu pena.

No te mueras con tus muertos, ¡llévalos vivos con tu amor y vive con ellos en tus recuerdos!

¡Triste sería y penoso que tu te dejaras morir, y ellos siguieran viviendo!

Mientras esperan que tus muertos regresen como si no hubieran muerto les impides volver de otra manera a ocupar un lugar en tu corazón y en tu recuerdo.

Es una ley de la vida: no se goza al despertar de la aurora

sin pasar por la muerte del ocaso.

Andando tu camino, tus muertos se van por una puerta que tu no puedes trasponer ¡ahora! porque se cerró tras ellos. ¡no los esperes ahí!

Despídelos para que puedas correr y espéralos llegar por otra puerta, al final de tu duelo.

¡Acepta la muerte y punto!

¡Deja de culparte! Que si hubiera hecho… que si hubiera dicho… que si hubiera sabido… que si…

¡Todas torturas, inútiles para ellos y crueles para contigo! Además, si hubiera sido así” “si hubieras hecho eso” hoy te reprocharías por no haber hecho lo contrario.

Mejor, acepto la realidad y te despido.

Poema de: René J. Trossero
Luz Plena