En
sus obras, escritos, esculturas y tratados, los cuales se pueden
observar en la biografía de Leonardo da Vinci, encontramos un ser
muy humano, alguien con errores e imperfecciones,
contradicciones y atributos que nos acercan a uno de los personajes
más exitosos de la historia.
A
continuación, os ofrecemos un resumen de la biografía que Walter Isaacson hizo de Leonardo y donde agrupamos los mejores consejos de vida a través de su personalidad:
1. Sé insaciablemente curioso
“No
tengo ningún talento especial” escribió en cierta ocasión
Einstein a un amigo. Solo soy apasionadamente curioso de forma muy
impetuosa”.
Leonardo, en realidad, sí poseía un talento especial,
como Einstein, pero su rasgo distintivo y más estimulante era su
intensa curiosidad.
Quería
saber qué hace que la gente bostece, la forma de cuadrar el círculo,
qué permite que la válvula aórtica se cierre, cómo se procesa la
luz en el ojo y qué implicaciones contiene para la perspectiva un
cuadro.
En
la biografía de Leonardo da Vinci se muestra que este se propuso
estudiar la placenta de un ternero, la mandíbula del cocodrilo, la
lengua del pájaro carpintero, los músculos de un rostro, la luz de
la Luna y los contornos de las sombras.
Sentir
una curiosidad infatigable y general por todo lo que nos rodea
constituye algo en lo que todos podemos perseverar a todas horas del
día, igual que Leonardo.
2. Busca el conocimiento por sí mismo
No
todo el saber debe ser útil. A veces conviene buscarlo por puro
placer. Leonardo no necesitaba conocer cómo funcionan las válvulas
cardiacas para pintar la Mona Lisa, ni tampoco tuvo que averiguar
cómo habían llegado los fósiles a la cima de las montañas para
crear la Virgen de las rocas.
Al
dejarse guiar por la mera curiosidad, llegó a explorar más
horizontes y a ver más relaciones que cualquier otra persona de su
época.
3. Conserva siempre la capacidad de asombro infantil
En
cierto momento de la vida, la mayoría nos olvidamos de los fenómenos
cotidianos. Podríamos disfrutar de la belleza de un cielo azul, pero
ya no nos molestamos en preguntarnos por qué tiene ese color.
Leonardo
lo hizo. También Einstein, quien escribió a otro amigo: “Tú y yo
nunca dejamos de comportarnos como niños curiosos ante el gran
misterio en el que nacimos”.
Tenemos
que procurar contemplar las cosas con la mirada de asombro de un niño
y que nuestros hijos la conserven.
4. Sé observador/a
El
mayor talento que Leonardo poseía se plasmaba en su agudeza como
observador. Se trataba de un talento que se encontraba al servicio de
su curiosidad y viceversa. No era un don mágico, sino el fruto de su
fuerza de voluntad y esfuerzo.
Cuando
visitó el foso que rodeaba el Castello Sforzesco, observó las
libélulas y comprobó que sus alas se mueven alternándose de dos en
dos.
Cuando
caminaba por la ciudad, observaba la relación entre las expresiones
faciales de la gente y sus emociones y analizaba cómo
rebota la luz en distintas superficies.
Vio
qué aves agitaban las alas mas rápido al emprender el vuelo que al
bajar y cuáles realizaban lo contrario.
La
invitación que hace Walter Isaacson en su biografía de Leonardo
da Vinci es que en este tipo de cosas también podemos imitarlo. Por
ejemplo, ¿ves el agua que cae en un tazón? Fíjate, como Leonardo,
en el modo exacto en que se forman los remolinos. Y, a continuación,
pregúntate por qué.
5. Empieza por los detalles
En
su cuaderno, Leonardo compartió un truco para observar algo con
atención: hacerlo por etapas, comenzando por los detalles. Se dio
cuenta de que no se puede asimilar una página de un libro de un solo
vistazo: se debe ir palabra por palabra.
“Si
quieres lograr el verdadero conocimiento de la forma de las cosas,
comenzaras por sus particularidades, y no pasarás a la segunda sin
tener bien, en la memoria”
6. Observa cosas que no se ven
La
actividad principal de Leonardo en muchos de sus años de formación
fue idear desfiles, espectáculos y representaciones teatrales.
Mezcló
el ingenio teatral con la fantasía. Esto le proporcionó una
creatividad combinatoria: podía contemplar como los pájaros
volaban, pero también los ángeles, los leones rugientes y los
dragones.
7. Métate en berenjenales
En
la biografía de Leonardo da Vinci vemos cómo llenó las primeras
paginas de uno de sus cuadernos intentando ciento sesenta y nueve
veces la cuadratura del circulo.
En
ocho paginas de su códice Leicester, anotó setecientos treinta
descubrimientos sobre el flujo del agua; en otro cuaderno, enumeró
sesenta y siete palabras que describen distintos tipos de corrientes
de agua.
Midió
cada segmento del cuerpo humano, calculó sus relaciones
proporcionales y, después, realizó lo mismo con un caballo.
Leonardo se metía en estos berenjenales porque se dejaba llevar por
el entusiasmo y su propósito de vida.
8. Distráete
Lo
que mas se le reprocha a Leonardo es que estas vehementes actividades
(las del punto anterior) lo llevaron a salirse por la tangente en
demasiadas ocasiones y, de forma literal, en el caso de sus
indagaciones matemáticas.
Sin
embargo, en realidad, el afán de Leonardo de ir detrás de cualquier
asunto que atrajera hizo que su mente fuera más rica y estuviera mas
llena de relaciones.
9. Respeta los hechos
Leonardo
fue un precursor de la era de los experimentos de observación y del
pensamiento crítico.
Cuando
se le ocurría una idea, elaboraba un experimento para probarla. Cuando su experiencia demostraba que su teoría era defectuosa –como
su idea de que los manantiales de la tierra se llenan de la misma
forma que los vasos sanguíneos en los humanos–, abandonaba la
hipótesis y buscaba una nueva.
Esta
práctica se hizo común al cabo de un siglo, en época de Galileo y
Bacon. Sin embargo, se ha vuelto un poco menos habitual en nuestros
días. Si queremos ser más como Leonardo, tenemos que atrevernos a
cambiar de parecer en función de los nuevos datos de que
dispongamos.
10. Deja las cosas para más adelante
Mientras
pintaba la Última cena, Leonardo se quedaba a veces mirando su obra
durante toda una hora hasta que daba una pincelada y se iba.
Le
comentó al duque Ludovico que la creatividad exige tiempo para que
las ideas maduren y las intuiciones cuajen.
“Los
hombres de genio están, en realidad, haciendo lo más importante
cuando menos trabajan —arguyó—, puesto que meditan y
perfeccionan las ideas que luego realizan con sus manos.”
La
mayoría de nosotros no necesitamos que nos aconsejen dejar las cosas
para más adelante; ya nos sale de forma natural. Sin embargo,
hacerlo como Leonardo exige un esfuerzo: supone recopilar todos los
hechos e ideas posibles y solo después permitir que toda la
información que hemos retenido se cueza a fuego lento.
11. No solo vale lo bueno, hay que buscar lo perfecto
En
la biografía de Leonardo se muestra que, cuando este no pudo lograr
que la perspectiva de la Batalla de Anghiari o la interrelación de
la Adoración de los Reyes funcionaran a la perfección, las
abandonó, en lugar de concluir una creación que solo fuera buena.
Llevó
consigo, hasta el final de sus días, obras maestras como su Santa
Ana, la Virgen el Niño y la Mona Lisa, pues sabía que siempre
podría añadirles un nuevo retoque.
De
la misma manera, Steve Jobs era tan perfeccionista que no pudo poner
a la venta el primer Macintosh hasta que su equipo consiguió que los
circuitos impresos de su interior fueran hermosos, a pesar de que
nadie pudiera verlos.
Tanto
él como Leonardo sabían que a los verdaderos artistas les importa
siempre la belleza, incluso de las partes que no se ven.
Al
final, Jobs hizo suya una máxima que implica todo lo contrario: “Los
auténticos artistas acaban sus productos, lo que significa que, a
veces, tienes que entregar el producto, aunque todavía puedas
mejorarlo». Se trata de una buena norma para la vida diaria. Sin
embargo, existen momentos en los que está bien comportarse como
Leonardo y no soltar algo hasta que resulte perfecto.
12. Piensa visualmente
Leonardo
no tenía el don de entender las ecuaciones o las abstracciones
matemáticas. Debido a ello, tuvo que visualizarlas y así lo hizo en
sus estudios de proporciones, de las reglas de perspectiva, en su
método para calcular los reflejos de los espejos cóncavos y en su
modo de convertir una forma en otra al mismo tamaño.
Con
demasiada frecuencia, cuando aprendemos una fórmula o una regla de
vida, incluso algo tan simple como el método para multiplicar
números o mezclar colores de pintura, ya no visualizamos cómo
funciona. El resultado se traduce en que perdemos la capacidad de
apreciar la belleza inherente a las leyes de la naturaleza.
13. Evita los comportamientos estancos
Al
final de muchas de sus presentaciones de sus productos, Jobs enseñaba
una diapositiva que mostraba el cruce de las calles “artes
liberales” y “tecnología”. Sabía que, en esas confluencias,
se encuentra la creatividad.
Leonardo
tenía una mente abierta que recorría alegremente todas las
disciplinas: las artes, las ciencias, la ingeniería y las
humanidades.
Sus
conocimientos sobre el modo en que la luz alcanza la retina le
ayudaron a crear la perspectiva de la Última cena y, en una página
de dibujos anatómicos que representan la disección de los labios,
trazó una sonrisa que volvería a aparecer en la Mona Lisa.
Sabía
que el arte era una ciencia y esta, un arte. Al dibujar tanto un feto
en el útero como los remolinos de un diluvio, diluía la distinción
entre ambos.
14. Ten ambiciones desmedidas
Imagina,
al igual que Leonardo, cómo construiría una máquina voladora de
propulsión humana o cómo desviaría un río.
Intenta
diseñar una máquina de movimiento perpetuo o trate de cuadrar un
círculo valiéndose solo de una regla y de un compás. Existen
problemas que nunca resolveremos. Aprende por qué.
15. Recréate en la fantasía
¿Su
descomunal ballesta? ¿Los tanques tortuga? ¿Sus proyectos para una
ciudad ideal? ¿Los mecanismos impulsados por el hombre para que una
máquina voladora mueva sus alas?
Al
igual que Leonardo difuminó las fronteras entre la ciencia y el
arte, también lo hizo entre la realidad y la fantasía. Puede que no
consiguiera crear máquinas voladoras que funcionaran, pero sí dejó
que su imaginación volara.
16. Crea para ti, no solo para los clientes
En
la biografía de Leonardo da Vida, se nos muestra que, por mucho que
se lo suplicara la millonaria y poderosa marquesa Isabel de Este,
Leonardo no pintó su retrato; pero sí el de Lisa, la esposa de un
comerciante de seda.
Lo
hizo porque quiso y siguió trabajando en él durante el resto de su
vida: no se lo entregó nunca al comerciante de seda.
17. Colaborar te ayuda a crecer
El
genio suele considerar el destino de los solitarios que se retiran a
sus mansardas hasta que los golpea el rayo de la creatividad. Al
igual que muchos mitos, el del genio solitario tiene algo de cierto;
pero en todas las historias de genios suele haber algo más.
Las
Vírgenes y los estudios de paños producidos en el estudio de
Verrocchio, así como las versiones de la Virgen de las rocas y la
Virgen de los husos y otros cuadros del taller de Leonardo, fueron
creados tan en común que resulta difícil saber a quién pertenece
cada pincelada.
El
Hombre de Vitruvio surgió después de compartir ideas y bocetos con
amigos. Los mejores estudios de anatomía de Leonardo los realizó
cuando trabajaba en colaboración con Marcantonio della Torre.
Y
el trabajo que más le divirtió fue su participación en las
producciones teatrales y espectáculos nocturnos de la corte de los
Sforza.
El
genio comienza con el talento individual; exige una visión
particular. Sin embargo, su aplicación a menudo pasa por trabajar
con más gente. La innovación constituye un deporte en equipo. La
creatividad es un esfuerzo colectivo.
18. Haz listas
Y
asegúrate de que contengan cosas raras. Las listas de tareas
pendientes de Leonardo quizá sean el mejor testimonio de la
curiosidad en estado puro que el mundo haya podido ver.
19. Toma notas y apuntes en papel
Quinientos
años después, los cuadernos de Leonardo nos sorprenden e inspiran.
Dentro de cincuenta años, nuestras propias libretas, si cumplimos el
objetivo de comenzar a escribir en ellas, estarán a mano para
asombro e inspiración de nuestros nietos, a diferencia de nuestros
tuits y comentarios en Facebook.
20. Ábrate al misterio
La
biografía de Leonardo da Vinci, al igual que sus cuadros nos muestra
que no todo tiene que tener líneas definidas. El misterio, lo
desconocido, nos puede llevar a destinos maravillosos...