jueves, 20 de mayo de 2021

Las 4 leyes de la espiritualidad para afrontar la vida


Buscamos constantemente una lógica que explique eventos y personas que hemos conocido en nuestra vida. Corremos tras un "por qué", nos vestimos de "víctimas", de "verdugos". Nos preguntamos por qué no hemos podido hacerlo mejor o no. Obsesionado con el control, con la razón, con obtener una explicación que nos proteja del sufrimiento futuro.

Para detener este giro vertiginoso en el que corremos el riesgo de caer junto con nuestros pacientes, algunos principios simples pueden ayudarnos. Se les conoce como las Cuatro Leyes Espirituales y se transmiten como parte de la cultura milenaria de la India. Estas leyes son enseñanzas importantes para todos y nos ofrecen un valioso material de reflexión:

1ª LEY: "La persona que entra en tu vida es la persona adecuada para ti"

La primera ley nos enseña que no nos encontramos con nadie por casualidad. Toda persona que pasa por nuestra vida lo hace para enseñarnos algo (para bien o para mal) y para favorecer nuestra evolución.

Si me encuentro con una persona a lo largo de mi camino es porque he elegido recorrer ese camino. Lo hice porque me gustaba, porque lo creí cuando lo empecé, porque me llevaría a donde quería ir o porque los acontecimientos me obligaron.

Por eso conoceré a personas que tengan que ver con mi elección. Pueden ayudarme o entorpecerme, pero de cada uno de ellos puedo aprender una lección (ya sea positiva o negativa).

2ª LEY: "Lo que pasa es lo único que pudo haber pasado"

La segunda ley nos muestra cómo nada de lo que sucede, o ha sucedido, podría haber sucedido de manera diferente. Todo lo que nos sucede tiene un significado y un propósito definitivos para nosotros.

Todo sucede por una razón y eso es perfectamente correcto. No tiene sentido reflexionar sobre por qué algunas decisiones han sido más sensatas que otras o si algunas nos han desviado del rumbo. He experimentado lo que me hace y lo que no. Me he dado cuenta de dónde puedo y quiero ir y es en esa dirección que se concentran los pensamientos y las energías.

3ª LEY: "Siempre que algo comienza, ese es el momento adecuado"

La tercera ley explica cómo todo llega en el momento perfecto, ni antes ni después. Cuando estemos listos para dar la bienvenida a algo nuevo en nuestra vida, entonces comenzará.

Muchas veces anhelamos un cambio, un punto de inflexión que nos devuelva el bienestar y la serenidad. Si, por el contrario, estamos bien, nos gustaría detener el mundo y continuar lo que estamos viviendo indefinidamente. Ninguna actitud es factible.

No es posible volver a estar bien, por arte de magia, si no hemos aprendido lo que nos hizo sentir mal y no hemos atesorado la experiencia y por otro lado, no tiene sentido oponerse a cosas nuevas y cambios por miedo a perdiendo eso. que hemos construido. Si se produce un nuevo comienzo es porque hemos actuado para que suceda.



4ª LEY: "Cuando algo llega a su fin, termina"

La cuarta ley nos recuerda que debemos respetar las cosas que terminan. Lo terminado hay que dejarlo y proceder enriquecidos por la experiencia y la enseñanza adquirida.

Debemos aprender a respetar los ciclos. Cada experiencia tiene un principio y un final. En cada historia y en cada relación hay muchos nuevos comienzos y muchos finales. Es un enriquecimiento para nosotros y para nuestro camino, aunque sea la norma que más nos puede asustar. Hemos aprendido a experimentar la pérdida con un significado negativo. Como si estuviéramos privados de algo que era nuestro y ya no es nuestro. Sin embargo, si pierdo algo, también tengo la oportunidad de liberarme de cualquier noticia.

Si no aceptamos este último paso corremos el riesgo de bloquear todos los demás, corremos el riesgo de anclarnos al dolor y privarnos de la alegría o incluso apegarnos obstinadamente a una alegría que, en un momento determinado, ya no será real, sino sólo una. memoria que nos impedirá recibir más.

En conclusión, el análisis de estos principios universales nos permite comprender cómo podemos cambiar de rumbo si nos damos cuenta de que esto no nos pertenece o ya no nos refleja. Para ello no es necesario llevar con nosotros dudas, dudas y sufrimiento por lo que no salió como queríamos.

Las experiencias nos han enseñado lecciones importantes que, una vez aprendidas, siempre estarán con nosotros.

No insistas, la flor no florece antes de tiempo. Ni aunque lo implores, ni aunque intentes abrir sus pétalos, ni aunque lo inundes de sol. Tu impaciencia te impulsa a buscar la primavera; cuando solo necesitas abrazar tu invierno ".(A. Luz Márquez)

COMPARTE ESTE ARTÍCULO CON LA GENTE QUE AMAS