viernes, 24 de mayo de 2019

Dolor de rodillas: Origen emocional


La rodilla es una de las articulaciones más importante de la pierna. Esta articulación carga el peso del cuerpo en la posición en pie y es necesaria para caminar sin cojear, para subir y bajar escaleras, para sentarse, para trepar, etc.

Desde la bioneuroemoción, un dolor en la rodilla o un problema que perjudique una de sus funciones es señal de una falta de flexibilidad en la forma de enfocar el porvenir. Es un dolor que suele manifestarse en las personas que son orgullosas o testarudas y que no quiere doblegarse ante las ideas o los consejos de los demás. Son personas que se ocasionan más perjuicios que beneficios con esa actitud inflexible porque se impiden encontrar medios más fáciles para hacer frente a su futuro. Si el dolor es ocasionado por la artrosis, véase también esta enfermedad.


emociones rodilla



Falta fluidez, resistencia al cambio, exceso de control.

Este dolor te está diciendo que no tengas miedo de perder el control. Recuerda que tu cuerpo siempre quiere advertirte de algo de lo que no eres consciente. No tienes por qué tener miedo a ser flexible y aceptar las ideas nuevas de los demás y permitir enfocar tu porvenir o el de aquellos a quienes amas de otra manera.

Tienes que asumir que doblegarte no quiere decir arrodillarte ante los demás o ser una persona sumisa. Es inflexibilidad que posees puede provenir del miedo a ser como uno de tus progenitores. Piensa que eres un ser distinto a tus padres y que, aun cuando existan similitudes, tú puedes dirigir tu vida a tu modo. Por otro lado, todos necesitamos algunas veces pedir ayuda a los demás.





  • Si tengo problemas en las rodillas debo interrogarme para saber si soy testarudo, rígido, orgulloso.


  • Si mis rodillas ya no responden: ¿vivo quizás un conflicto con la autoridad (jefe, padres, etc.)? ¿Tengo miedo de tomar cierta acción para ir hacia delante? ¿Tengo yo la sensación de que debo “doblar” en cierta situación o deba “doblarme” delante de alguien o algo?


  • Si tengo líquido a nivel de las rodillas es porque: me inhibo emocionalmente contra el flujo natural de los acontecimientos y debo fluir.


  • Si mis rodillas están lastimadas, se puede tratar de arrogancia, testarudez o una resistencia que hace que cualquier progreso y avance sea rígido o doloroso. También puede que me desvalorice, me disminuya frente a mi físico o mis marcas deportivas y entonces, hay muchas probabilidades de que me haga daño a las rodillas.


  • Si tengo inflamación o dolor: pueden indicar una rigidez frente a la autoridad o el sistema de leyes vigentes. Puedo tener con frecuencia la sensación que debo obedecer (ante un padre, un profesor, jefe, mi pareja etc.)

Fluyo fácilmente con el cambio, mi vida esta guiada por lo divino.


Por tanto, si quiero eliminar las dolencias que afectan mis rodillas, debo aceptar abrirme al mundo que me rodea y aceptar que pueda tener que cambiar mi modo de ser en ciertos aspectos.

Si vivo frustración y culpabilidad porque me doy cuenta que siempre quiero tener razón y que mi deseo de imponerme es insaciable, me paro y me cuestiono sobre mis verdaderos valores para volver a lo esencial y para permitir volver a mi corazón en vez de dejar todas las decisiones a mi lado racional.

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lunes, 20 de mayo de 2019

De las mentiras que vives, te lo recordará tu cuerpo

Vivimos en una sociedad donde las dobleces y los “mensajes adornados” están latentes en cada circunstancia. De lo que no todos somos conscientes, es del poder que la mentira tiene sobre nuestro cuerpo. Mentir supone para nuestro cuerpo una carga que nos traerá consecuencias que se reflejarán en nuestra personalidad y el trato con los demás.



Es sabido por todos que para mentir se necesita muy buena memoria, además, de tener una gran capacidad para la interpretación. Mentir no solo afecta a los demás, sino que a largo plazo, también nos afecta a nosotros mismos físicamente y con la consecuente pérdida de confianza de los que más queremos.



Entonces, ¿por qué mentimos?

Uno mismo es consciente cuando miente a otra persona, pero el secreto está en saber el grado y el tipo de mentira para saber cuánto nos puede afectar a nuestra mente. La gran mayoría de las personas busca en la mentira un “escape” o “realidad paralela” donde nos encontramos en perfecto estado y haciendo lo que realmente nos gusta. Pero lo cierto es, que cuando mentimos , lo que damos a entender a los demás es la “cruda mentira”. Ese círculo vicioso aumenta cada vez más cuando uno mismo no se controla al decirlas y surgen efectos físicos y hasta psicológicos.



La mentira deriva de importantes factores como:


Estrés y angustia

Se ve reflejado cuando una mentira tiene que ser sostenida por largos lapsos de tiempo. Como consecuencia nos trae alteración, estrés, vivir sintiéndonos “perseguidos”, alertas de todo. La grave consecuencia es perder la moral y aumentar nuestro estado interno de angustia. Como solución es conveniente decir siempre la verdad aunque duela. Como muchos psicólogos aseguran, lo ideal es saber tratar, conversar la situación con total libertad, respeto y buena comunicación.

Mentira y autoestima

En las personas acostumbradas a mentir predomina  la vulnerabilidad, el temor a fracasar y no intentar lo que realmente quieren o buscan. Se llegan a lograr resultados efectivos trabajando este tema forjando una autoestima más sólida. Obstaculizar los temores y aceptar equivocarnos como cualquier ser humano haciéndonos cargo de cualquier situación repercutirá positivamente en dejar de mentir.
La mentira modifica nuestra comunicación, no da lugar a estar en paz con nuestra mente, deriva en enfermedades y en cambios psicológicos que afectan tanto a nosotros como a las personas que nos rodean.

Dolor

Las mentiras hacen daño y como consecuencia deriva en pérdida de confianza. Una de las consecuencias más evidentes de que las mentiras hacen daño es la pérdida de confianza que causa en la otra persona. Cuando descubrimos que alguien nos miente, nuestra inclinación a partir de ese instante es a desconfiar de cada cosa que nos diga. Una desconfianza que aumenta si las mentiras son varias. Llega un punto en el que somos incapaces de distinguir entre la verdad y la mentira. La razón principal es porque ya no sabremos si nos mienten o no.

¿Cómo nos afecta físicamente el mentir?

Las mentiras están relacionadas con la segregación de las hormonas causantes del estrés, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Unos procesos que reducen los anticuerpos para combatir las infecciones en sangre y que, si se prolongan en el tiempo, acaban causando desde dolores de espalda y cabeza, hasta problemas menstruales e incluso infertilidad. La tensión está detrás de estos problemas de salud; por ejemplo: imagínate que vas a mentir a tu jefe o a tu novia y observa cómo se te tensionan los hombros, el estómago y el resto del cuerpo.




Para construir una mentira se necesita una gran cantidad de energía física y mental, por lo que debemos pensar lo que vamos a decir antes de responder.
Por tanto la  mentira causa un inmenso dolor en los demás, pero sobre todo, en la persona que miente. La razón es sencilla, a largo plazo se verá sola. Al perder la confianza de aquellos que le rodean, corre el peligro de acabar llevando una vida solitaria. La mentira no es una buena compañera por muy dura que sea la realidad. Ya que las mentiras hacen daño y mucho, en aquellos que han depositado la confianza en nosotros. El sentimiento de traición es muy doloroso y deshace las relaciones.

Cuando sintamos el impulso de mentir, lo primero de todo es pensar en que las mentiras hacen daño aunque en un primer momento no sepamos verlo. Si nuestra vida se basa en la sinceridad, no tendremos necesitad de ponernos una máscara ni interpretar un papel con los demás. Recuerda: La honestidad es el camino hacia el bienestar.



martes, 7 de mayo de 2019

El camino de la felicidad




Hoy os recomendamos uno de los excelentes libros de Jorge Bucay: El Camino de la Felicidad. Este es el camino de la contemplación y la búsqueda del sentido de la vida. Puede que ésta sea la senda más compleja de las que hasta ahora nos propone el autor, pues no hay una sola senda que nos lleve a la felicidad y sobre todas las cosas, ser o no felices depende de nosotros/as mismos/as. 

Con su particular estilo, ameno e inspirador, J. Bucay hila historias y anécdotas que nos lleva a reflexiones fundamentales sobre la búsqueda de la tan ansiada y a la vez escurridiza felicidad. Nos desvela como que ser feliz no significa estar disfrutando a todas horas, sino vivir la serenidad que produce estar en el buen camino, o que no podemos andar culpando a los demás de nuestra infelicidad. 

Los retos que plantea la vida siempre nos brindan la oportunidad de aprender y de superarnos, de avanzar en nuestro desarrollo personal y en el camino hacia la felicidad.
Os facilitamos un enlace donde podréis leerlo on line.... Disfrútalo!!!!!


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EL CAMINO DE LA FELICIDAD

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