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lunes, 13 de noviembre de 2017

Cuando la timidez es sinónimo de infelicidad

El ser humano es un animal social por naturaleza. Todos sentimos la necesidad de relacionarnos y mantener contacto con las personas de nuestro alrededor, es decir, llevar vida social. Sin embargo, a algunas personas les resulta más difícil que a otras relacionarse. Esto es debido a un rasgo de personalidad por todos conocido llamado timidez.

¿QUÉ ES LA TIMIDEZ?

La timidez es un rasgo de personalidad que lleva a quien lo posee a experimentar una sensación de ansiedad en situaciones que implican relación con otras personas. El grado de ansiedad es mayor cuanto menor es el grado de confianza adquirido con esa persona. Todos somos tímidos en principio ante situaciones que no se controlan o por desconocimiento de nuestro interlocutor. Generalmente con el tiempo y el trato continuado irá menguando. 






Al igual que existen personas nerviosas, coléricas, apáticas o dinámicas; también existen las personas tímidas. Pero como todos los rasgos de la personalidad presenta inconvenientes. En el caso de la timidez hay que destacar:
  •  el riesgo de aislamiento social
  • dificultad en desarrollar relaciones de pareja
  • dificultad para promocionar profesionalmente
  • frustración producida por los deseos inalcanzados de relacionarse con normalidad.


¿DE DÓNDE VIENE LA TIMIDEZ?

Hay diferentes factores que pueden propiciar una personalidad tímida en el individuo. Generalmente se forja durante la infancia:

  • Padres sobreprotectores: Muchas veces el miedo de que ocurra algo al hijo/a les lleva a protegerlos de todos los peligros. Esta protección exagerada en ocasiones, lleva a aislar al niño socialmente lo que impide su pleno desarrollo personal y social. Igual que el niño/a debe aprender a vestirse, lavarse, peinarse, estudiar etc; también debe aprender a relacionarse con los demás. Sus padres nunca deben privarle de este aprendizaje.
  • Padres excesivamente exigentes: Algunos padres exigen a sus hijos objetivos poco realistas o que se encuentran fuera de sus posibilidades. Con esto lo único que se consigue es implantar una idea de fracaso negativa en el niño/a. Esto le provoca vergüenza y la consiguiente inhibición, desarrollando así una personalidad autoexigente y tímida.
  • Fracaso en el inicio de sus relaciones extrafamiliares: Alguna experiencia traumática cuando el niño/a está aprendiendo a relacionarse socialmente, puede llevarle a tener miedo y renunciar a socializar.

COMO SUPERAR LA TIMIDEZ


Puedes trabajar estas habilidades sociales para superar e ir transformando tu conducta:








1. Nadie sabe que eres tímido/a: 


Piensa que tú estás nervioso/a, pero tu interlocutor no es consciente de ello. Hay una regla que dice que tan sólo se percibe el 20% de los nervios reales de la otra persona.

2. Los otros están tan nerviosos como tú: 

Probablemente la otra persona está tan nerviosa como tú.

3. Tú vales tanto como cualquiera: 

Lo que agudiza tu timidez es considerarte en inferioridad de condiciones respecto de tu interlocutor. debes darte cuenta de que vales tanto como el otro.

4. Siempre estás a tiempo de cambiar: 

La relación social es una habilidad que se aprende a cualquier edad. No desestimes la posibilidad de comenzar ahora.

5. Todos nos equivocamos: 

La timidez te lleva a cometer errores o, en la mayoría de los casos, a creer que los cometes, y estos errores que tu mismo/a percibes aumentan tu timidez. Ser consciente de ella no hace sino aumentar la ansiedad que sientes ante la presencia de una persona desconocida y esta ansiedad irá en aumento en función de la importancia que le sea asignada a tu papel en aquel momento. Si cometes algún error, ten en cuenta que nadie es infalible y que tu interlocutor también habrá metido la pata alguna vez.

6. Todos somos tímidos: 

Si nos fuésemos mostrando tal y como somos a los demás, seríamos prácticamente vulnerables. Algunas personas tienen este sentimiento más arraigado y lo prolongan más en el tiempo. Quizás eres una de ellas. Dale la importancia justa y no dejes que este sentimiento aborte tus relaciones personales. Cámbiate de bando y lucha contra ella. Poco a poco te darás cuenta que te resulta más fácil mantener conversaciones con otras personas y abrir tu forma de ser en público sin que pase nada malo.





7. Normalmente la timidez va acompañada de una falta de seguridad en uno mismo: 

Debes darte cuenta de que no es lo mismo la eficacia que tienes al desenvolverte con los demás que la percepción que tienes de esa capacidad. Por ejemplo: Pablo va en dirección a la parada de autobús. Cuando le faltan muchos metros todavía por llegar, ve a lo lejos como el autobús está apunto de salir. Debería de correr para no perderlo, pero Pablo piensa que si corre todo el mundo le mirará y se verá ridículo así que, decide no hacerlo y pierde el autobús. Los factores que te hacen ser una persona tímida se encuentran en tu mente, no en tu capacidad para relacionarte o desenvolverte. Tienes una realidad distorsionada que te hace ver las cosas de manera negativa. Si Pablo hubiese corrido a alcanzar el autobús, nadie hubiese pensado nada malo de él. Simplemente habrían pensado que no quería que se le escapara.

8. No sobrevalores a los demás: 

Tendemos a idealizar las situaciones y características de los demás, despreciando las propias y esto es un error. No puedes esperar convertirte en el centro de atención en todas las fiestas de la noche a la mañana, nadie cambia así de rápido un rasgo de personalidad.Nunca se deja de ser tímido/a. Pero lo que si puedes hacer es actuar sobre tus conductas para no comportarte como una persona tímida. Comienza cambiando pequeños comportamientos como por ejemplo, atreverte a preguntar la hora por la calle o a correr en público si se te escapa el autobús. Poco a poco irás ganando confianza en ti mismo/a e irás sintiendo con mayor bienestar ... ¡¡No ocurre nada por abrirte al mundo!!


Publicado Por: Luz Plena, Educadora Social








martes, 30 de agosto de 2016

Si eres capaz de vivir, entonces eres capaz de sufrir

Si cada vez que somos lastimados por otras personas o por cualquier otra cosa o circunstancia, nos acostumbramos a percibir únicamente el sufrimiento que nos genera, entonces incluso al surgir el menor problema, ello nos causará una enorme angustia en nuestra mente. Esto ocurre porque la naturaleza de cualquier percepción o idea, sea de felicidad o de pena, es crecer y crecer cada vez con más fuerza mientras más nos acostumbramos a ella. 

Por tanto, si nos acostumbramos a percibir lo negativo, a medida que el poder de este hábito aumenta paulatinamente, en poco tiempo casi todo lo que percibimos se convierte en la causa que en verdad atraerá la desdicha hacia nosotros, y así la felicidad nunca tendrá la oportunidad de alcanzarnos.

El monje tibetano Matthieu Ricard, apodado por los neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin como "el hombre más felíz del mundo"; nos asegura en una de sus charlas, que debemos  comprender que todo depende de la forma en que nuestra mente desarrolla este hábito. Debemos dejar de culpabilizar a las situaciones, circunstancias y a los objetos externos; pues de no ser así el sufrimiento, el karma negativo, la agresión, la apatía, el temor, la ira, el rencor y muchos otros, se extenderán irremediablemente como un incendio voraz en nuestro ser. Todas las apariencias y supuestas percepciones surgirán como enemigos inevitables.

Todo ello no quiere decir que hechos como las enfermedades o circunstancias desagradables puedan ser expulsadas y que jamás ocurrirán de nuevo en nuestras vidas. Más bien, significa sencillamente que no podrán ser capaces de impedirnos practicar en el camino. Para que esto ocurra, necesitamos:



1. Abandonar la actitud de negarnos a enfrentar cualquier sufrimiento o circunstancia adversa

Piensa acerca de toda la depresión, ansiedad e irritación que nos origina el percibir  el sufrimiento como algo desfavorable o algo que ha de evitarse a toda costa. Reflexiona ahora acerca de dos cosas: lo inútil de esta postura, y cuántos problemas nos causa. Continúa reflexionando acerca de esto repetídamente, hasta que estés absolutamente mentalizado/a y convencido/a. Luego afirma mentalmente para tí mismo/a:
 
“De ahora en adelante, cualquier sufrimiento que venga a mi, le haré frente y jamás me pondré ansioso/a ni irritado/a.”

Visualiza esto una y otra vez en tu mente e invoca toda tu valentía y determinación. Observa desde la distancia el problema y piensa: 
Si puedo hacer algo para solucionar este problema, entonces no hay necesidad de preocuparme o ser infeliz por ello; si no puedo hacer algo, entonces tampoco sirve de nada preocuparme o ser desdichado/a por ello”

Poco a poco nuestra fortaleza mental nos permitirá soportar con facilidad el más profundo de los sufrimientos; estos no podrán asentarse ni hacer raíces sólidas en nuestra mente. 

Pero mientras estemos dominados por la ansiedad, incluso el más pequeño problema se vuelve extremadamente difícil de soportar, porque ya tenemos implantada en nosotros/as  la carga adicional de la desdicha mental.

Aprende a dejar la mente imperturbable, aprende a cerrar la puerta de los sentidos, trae la mente a casa, permite que encuentre su propia base, en su propio estado natural.

2. Cultivemos la actitud de aceptar de manera abierta el sufrimiento.

El sufrimiento humaniza y diviniza a todos aquellos que se dejan conducir de manera serena por las leyes del Universo.

Si nos acostumbramos a ver el sufrimiento como un aliado para ayudarnos en el camino de la vida hacia la superación personal,  desarrollaremos un sentido de alegría cuando éste nos sobrevenga. 

Sí, esto es difícil de entender. Pero es importante comprender e interiorizar que el sufrimiento no sólo nos purifica, sino que perfecciona nuestra fuerza interior. Jamás nadie logró vivir sin sufrir el examen de la naturaleza. 

Te pregunto: ¿Eres realmente capaz de vivir? Si es así, entonces, eres capaz de sufrir.
Si entrenamos y trabajamos en estos dos puntos fundamentales entonces:
  • Nuestra mente y nuestro carácter se volverán más sereno. 
  • Nos volveremos más abiertos y flexibles mentalmente. 
  • Mejoraremos las relaciones interpersonales.
  • Seremos valientes y estaremos llenos de confianza porque sabremos enfrentarnos a cualquier problema que nos presente la vida. 
  • Nos liberaremos de los lastres que impiden nuestro desarrollo personal
  • Seremos capaces de extraer de cualquier circunstancia negativa su lado positiva, lo que facilitará que se den circunstancias de éxito y condiciones auspiciosas. 
  • Estaremos mentalmente siempre  contentos /as , en esa agradable plenitud que nace de la paz interior.

"Toma tu cruz y sígueme" (Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23)

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