Si queremos ser realmente libres y desarrollar todo nuestro potencial, es fundamental que aprendamos a juzgarnos según nuestros propios ideales, olvidando las críticas insanas de los demás. Se trata de mirar en tu interior y dejar de criticarte usando el rasero que aplican los demás.
No es una tarea fácil, sobre todo porque desde
pequeños estamos sometidos a duras críticas, comparaciones y perspectivas poco
realistas ya sea por parte de nuestros
padres, maestros o iguales.Desde temprana edad aprendemos que
para ganarnos la aceptación de nuestros iguales es necesario cumplir con
ciertos estándares. Que debemos seguir las
normas establecidas y asumirlas si queremos estar integrados
socialmente. De esta forma, dejamos de valorarnos por lo que éramos y
comenzamos a valorarnos según los criterios de los demás. Dejamos de disfrutar
de las cosas que nos gustan para hacer aquellas cosas que les gusta a los
demás. Cambiamos el placer por el deber
y caemos en una espiral negativa que va arrebatando poco a poco nuestras
posesiones más valiosas: la autoestima y la autoconfianza.
NO TE JUZGUES BAJO LA PERCEPCIÓN DE LOS DEMÁS PORQUE:
- Es imposible satisfacer a todos. Cada
persona somos única. Querer satisfacer las expectativas de todos es imposible.
Siempre habrá quien no esté de acuerdo con nuestros pensamientos o decisiones
porque cada cual nos juzga según sus propios valores y usando su propia vara de
medir.
-Te
restará energía para lo realmente importante. Al intentar complacer a
todos perdemos energía vital. Mientras intentamos alcanzar las expectativas que
los demás han puesto sobre nosotros y nos
esforzamos por agradar, gastamos una importante energía que podemos usar
en proyectos que realmente nos aporten
una satisfacción y crecimiento personal.
- Desperdiciaremos un tiempo precioso. Intentar complacer a los demás y valorarnos según sus criterios no solo desgasta sino que también representa una enorme pérdida de tiempo. Mientras seguimos las normas y los sueños de los demás, el tiempo transcurre irremediablemente, por lo que corremos el riesgo de llegar al final del camino y darnos cuenta de que hemos vivido una vida vacía e insatisfecha. Nos arrepentiremos de haber vivido siempre en pos de los otros.
- Perdemos nuestra esencia. Uno de los
problemas principales de juzgarnos con los ojos de los demás es que perdemos
las coordenadas. A medida que
asimilamos como nuestro la escala de valores de los demás nos alejamos de
nuestro verdadero yo, de nuestra esencia, hasta que llega un momento en que se
produce una desconexión existencial. Por
eso, no es extraño que cuando a algunas personas les preguntan qué quieren de
verdad, no sepan responder. Han interiorizado los deseos de los otros como
suyos perdiéndose en ese laberinto de convencionalismos sociales.
- Nunca seremos felices. La felicidad
no es algo externo a nosotros, proviene de nuestro interior. Por eso, seguir
las normas de los demás es el camino más directo a la desdicha e infelicidad.
Cada vez que renunciamos a nuestros sueños, damos la espalda a nuestras necesidades. Es entonces cuando la
felicidad se aleja al no tener ilusiones
y perdemos el placer de vivir.
Debemos aprender a reconectar con nuestra esencia.
Escuchar lo que nuestro cuerpo y nuestro corazón nos dicen. Al principio apenas
los escucharemos ya que nos hablarán casi en un susurro porque durante años no
les hemos prestado atención, pero poco a poco irán ganando confianza y su voz
será más intensa.
Entonces podremos descubrir qué
queremos de verdad, comprender qué es lo que nos hace felices. Es en este punto
cuando estaremos preparados para juzgarnos usando nuestros propios cánones, y
descubrirás que son muy diferentes de los que te han enseñado.
Para terminar con esta reflexión, te proponemos desde Luz Plena leer este maravilloso poema de Mario Benedetti que nos invita a perseguir nuestros sueños y buscar lo que realmente somos...