Mostrando entradas con la etiqueta autoestima. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta autoestima. Mostrar todas las entradas

martes, 17 de mayo de 2022

Lo que no decimos, nos transforma



Todavía hay muchas personas que dudan de la conexión directa entre nuestras emociones y nuestra salud física. Sin embargo, es una realidad que no podemos seguir ignorando.

Cuando evitamos expresar lo que pensamos o dejamos de hacer lo que nos gusta por miedo a desagradar, terminamos sintiéndonos mal con nosotros mismos.

Por ejemplo, el temor a perder a un amigo, por discrepar o por ser sinceros, puede llevarnos a negar lo que sentimos. 

Pero esas emociones no desaparecen: se acumulan… y tarde o temprano, nos desbordan.


¿Por qué no deberíamos tener miedo de ser sinceros?

Los sentimientos no se eligen

Tener pensamientos o emociones incómodas es completamente válido. Sentir no nos convierte en buenas o malas personas; lo que marca la diferencia son nuestras acciones.

Las emociones son brújulas

Prestarles atención nos ayuda a saber qué queremos y qué no. Nos orientan, nos guían en la toma de decisiones y fortalecen nuestra autoestima.

Las personas cambiamos (y las amistades también)

Si el ideal de amistad que tenemos ya no encaja con la realidad, tal vez sea hora de escucharnos. ¿Qué necesitamos? ¿Qué nos molesta? ¿Qué queremos realmente?

Respeta lo que sientes

Cuando actúas con coherencia interna, expresar tus desacuerdos se vuelve más fácil. Hazlo con calma, con seguridad. No hagas lo que no quieres hacer. Aprende a ser asertivo.
Así te respetarás tú y te respetarán los demás.

Ser sincero no significa discutir

Todas las relaciones pasan por momentos difíciles. Un desencuentro no tiene por qué romper una amistad. De hecho, muchas veces, hablar con honestidad fortalece los vínculos.


¿Sabes a dónde va lo que no decimos?

¿Sabes a dónde va lo que quieres hacer y no haces?

¿A dónde va lo que no te permites sentir?

Nos gustaría pensar que todo eso se olvida. Pero no.

Lo que no decimos se acumula.
Se queda en el cuerpo.
Nos llena de silencios pesados y emociones bloqueadas.

Lo que callamos se transforma en:

Insomnio

Dolor de garganta

Nostalgia

Tristeza

Frustración

Sensación de vacío

Asignaturas pendientes con nosotros mismos


Lo que no decimos no desaparece... Nos consume.

Escúchate, exprésate, libérate

Busca siempre el equilibrio entre lo que sientes y lo que piensas.

Escucha tus emociones con atención y honestidad.
Reconocer lo que sientes es el primer paso para comprenderte mejor.

Tómate el tiempo de explorar:

¿Qué deseas de verdad?

¿Qué situaciones te generan miedo?

¿Qué cosas te duelen o entristecen?


Solo con ese autoconocimiento podrás tomar decisiones más conscientes y cuidar de ti desde un lugar real.

Acepta lo que sientes

Quizás la razón no logre entenderlo del todo, pero eso no le quita valor.
Respetar tus emociones es no traicionarte.

Aprende a gestionar tus emociones

Conócelas, escúchalas y luego déjalas salir guiadas por la razón.
Solo así podrás expresarte de manera sana y avanzar hacia lo que realmente deseas.

No tengas miedo

Siente.
Acepta.
Actúa con conciencia y valentía.

Porque solo abrazando lo que sientes podrás vivir con plenitud y ser fiel a quien realmente eres.

@luzplena

lunes, 22 de julio de 2019

Necesitamos estar solos


Actualmente tenemos tantas ocupaciones, el trabajo, los niños, la familia, los amigos, que a veces no sabemos si nos alcanzará el tiempo para cumplir con todas nuestras obligaciones y acabamos sacrificando el tiempo que necesitamos para dedicárnoslo a nosotros mismos, a pensar en cómo estamos y cómo nos sentimos.


¿Por qué es importante aprender a estar solo?


En ocasiones tenemos una percepción negativa de la soledad, sobre todo cuando es impuesta, pero aprender a tener momentos en soledad nos puede ayudar a conocernos mejor, a reorganizar nuestras necesidades y poner prioridades, a evaluarnos a nosotros mismos para poder mejorar en nuestro desarrollo personal. Porque aprender a estar solo no es fácil, pero en el proceso nuestra autoestima saldrá fortalecida. Aprendemos a no necesitar de los demás para definirnos a nosotros mismos.

Igualmente, al estar con nosotros mismos, podemos reflexionar sobre nuestros pensamientos y sentimientos, escucharnos para saber lo que queremos, alcanzar un conocimiento más profundo de nosotros, lo que nos hace ser felices. Si nos conocemos bien, nos aceptamos como somos y damos importancia a nuestro bienestar. ¡Ojo!, no se trata de ser narcisista, simplemente es ponernos al mismo nivel de importancia que otros aspectos de nuestras vidas, familia, amigos, trabajo, etc.



Necesitamos recargar energías y renovarnos. Se trata de encontrar la manera de “oxigenarnos” para dejar ir las energías negativas y atraer las positivas. Ese tiempo en soledad para ti puedes dedicarlo a hacer las cosas que más te gustan, a tus aficiones, a reflexionar o simplemente a no hacer nada. Para poder darnos a los demás y contribuir a su bienestar, primero necesitamos estar bien con nosotros.

Si nos reservamos y dedicamos un tiempo, por poco que sea, nos daremos cuenta de que aprender a estar solos, es saber estar a gusto con uno mismo.

Hay personas que saben estar en soledad y disfrutan con ella y otras, por el contrario, les ahoga estar solas. ¿Quieres saber cuanto te afecta la soledad? Toma lápiz y papel y haz este sencillo y rápido test:


PUEDES HACER ESTE TEST: ¿Cómo te afecta la soledad?






jueves, 14 de marzo de 2019

Cuidado con las películas mentales


Muchas veces en nuestra  vida cuando nos dejamos llevar por pensamientos negativos,  nos deprimimos, afectando nuestra tranquilidad emocional, y energía vital. En ocasiones no nos atrevemos a enfrentar una situación porque comenzamos a hacernos suposiciones negativas, sobre tal o cual cosa; nos imaginamos de manera errada, cuál será la respuesta a determinada situaciones o cual será el resultado, y no hay algo más perjudicial para nosotros. 





Las películas mentales con guión improvisado y donde las  suposiciones son  principales protagonistas nos llenan de miedos, prejuicios,  alarga más y más el sufrimiento y la ansiedad, condiciona nuestra actitud afectando nuestra vida diaria y nuestra relación con los demás, tan solo porque tememos enfrentarnos a algo, porque no sabemos los resultados.




El siguiente relato expone muy bien el concepto de lo que queremos transmitir: 

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene pero le falta el martillo. El vecino tiene uno. Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. 
Si alguien me pidiese prestada una herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto es el colmo.
Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir "buenos días", le grita furioso: ¡Por mí, puede meterse el martillo donde le quepa, egoísta! 

¡Cuidado! Suponer envenena el alma. Nuestro estado emocional influye sobre el pensamiento y nuestras experiencias!  Nuestro estado es el escenario en el que nos ocurre todo. ¡Cómo experimentamos el mundo, cómo sentimos lo que nos está ocurriendo, a veces, nos causa más daño que las desgracias reales que nos ocurren en la vida! 

martes, 22 de enero de 2019

Orar reduce el estrés emocional


Como ya sabemos, la oración es todo un privilegio para las personas que siguen una religión, ya que es un acto sagrado e íntimo que es cumplido estrictamente con devoción. Pero, más que un deber y privilegio, la oración es el acto a través del cual la persona creyente se comunica con Dios. Es un alimento para el alma.

Además de esto, ahora la ciencia confirma, tras varios estudios realizados durante 16 años, que  rezar ya no sólo conlleva beneficios espirituales, sino  que  las personas que oran tienen  posibilidades de vivir más. 

¿Cómo lo comprobaron? A través de un estudio que se publicó en el diario JAMA Internacional Medicine, en el que se informa que las mujeres que participan en  algún tipo de evento religioso más de dos veces a la semana tienen un 38% más de posibilidades de vivir que una persona que no asiste ni una vez a algún tipo de evento religioso.



Ese no fue el único estudio realizado, pues el diario científico Plos one,  publicó que las personas que asisten con asiduidad a  eventos religiosos tienen una clara reducción en los niveles de estrés del cuerpo y de mortalidad. Según los resultados (en este caso durante 18 años), las personas religiosas son 58 % menos propensos de fallecer que las personas que no visitan iglesias o templos.  

¿Cómo puede influir la oración en la prolongación de la vida? Según los investigadores de la Universidad de California, esto se debe a los valores que promueven las religiones, ya sea la humildad, el respeto, la gratitud, la meditación, el amor al prójimo y la bondad.


Los resultados aseguran que los niveles de estrés se ven reducidos pues alivian el estrés emocional (la ira, el rencor, ayuda a perdonar)  y ello se refleja en las bajas probabilidades de tener presión alta, diabetes o algún tipo de enfermedad cardiaca. Es una manera de renacer y purificar nuestro espíritu, además de un apoyo para fortalecer nuestro interior y aumentar la confianza en nuestro devenir.






Por tanto, orar afecta de manera positiva la vida de las personas, en lo espiritual y en la salud física. No afirma categóricamente  que orar alargue la vida, pero sí que toda persona que practica un  estilo de vida de meditación, retiros espirituales y de relajación como una rutina en su día a día,  puede alargar algunos años de vida. NAMASTÉ 

jueves, 3 de mayo de 2018

Conecta con tus “yo puedo” y estarás alimentando tu energía


Encuentra tus “yo puedo”. Siempre puedes. Es posible que no podamos hacer o lograr lo que queremos en el momento que lo deseamos, pero siempre podemos hacer algo. Recuerda que lo más importante no es en dónde te encuentras, sino cuál es tu destino. Puede ser que no tengamos la capacidad de cambiar rápidamente por circunstancias, pero siempre podemos modificar nuestra dirección poco a poco si tenemos en cuenta que nuestra dirección es determinada, en primera instancia, por nuestros pensamientos.






Recuerda que lo que pensamos precede a nuestras acciones y éstas a nuestros resultados. Por tanto, cambia tus pensamientos y poco a poco comenzarás a obtener nuevos resultados. Y esto, mi querido amigo/a, es algo que siempre podemos hacer: elegir nuevos pensamientos. Con esta sencilla actitud, tendremos el poder para iniciar el cambio que queremos ver en nuestra vida.



Si no puedes hacer grandes cambios en este momento, ¿qué pequeñas transformaciones sí están en tu poder? Pues modificaciones, pequeños movimientos que te permitirán ir girando el timón e ir variando el rumbo para apuntar hacia el destino anhelado. Dirigir tu vida hacia la visión que en el fondo deseas puede requerir gran energía. Pero al igual que mover todo un buque de cientos de toneladas, todo comienza por un pequeño cambio. 


No te concentres en tus “yo no puedo”. Es cierto que todos los tenemos. Sin embargo, son nuestros “yo puedo”, por pequeños que sean, en donde reside nuestro poder de redirigir nuestra vida.” Tu enfoque determina tu nivel de energía. ¿En qué te enfocas habitualmente? ¿En lo que no puedes o en lo que sí puedes? Conéctate con tus “yo puedo” y estarás alimentando tu energía y acercándote cada vez más a eso que quieres alcanzar. Namasté.

SÍGUENOS EN FACEBOOK