lunes, 27 de noviembre de 2017

Suponer solo envenena el alma


Nos pasamos la vida creyendo ser portadores de una bola de cristal, adivinamos y nos adelantamos a hechos futuros y a pensamientos e intenciones propios y de los demás, como si fuésemos auténticos  guionistas de una película; pero donde los personajes son reales y con vidas propias e independientes.

"Una niña tenía dos manzanas en su mano. Su mamá se le acerco y le pregunto a su hija si le daba una manzana. La niña rápidamente mordió una y luego la otra. 

La mamá sintió como que se le congeló la sonrisa y trato de no mostrar su decepción. Pero entonces, la niña le pasa una de las manzanas y le dice:

- Toma mamá, esta es la más dulce...


No importa cuántas experiencia o conocimiento crees que tienes, nunca hagas juicios. Ofrécele al otro la oportunidad de dar una explicación. Lo que percibes puede no ser la realidad"...


No sólo SABEMOS, sino que DAMOS POR SENTADO Y VERDADERO que si alguien, por ejemplo, no nos saluda es porque no le agradamos y no quiere hablar con nosotros. 

Vamos así, tejiendo y asimilando una información sin apenas corroborar o tomarnos la molestia de comprobar si eso que pensamos es correcto o no. Simplemente damos por sentado algo que es totalmente subjetivo. 

De esta forma, creamos un drama de una idea errónea. Hacemos suposiciones de cómo los demás piensan, sienten y actúan y lo peor es, que reaccionamos emocionalmente a esta idea porque pensamos que es cierta. Y ya sabemos que nuestro cerebro no discrimina mucho entre la realidad y lo que cree que es la realidad.




Lo más interesante es que todo este proceso ocurre prácticamente fuera de nuestra conciencia. Suponemos muchas cosas pero en realidad, no somos conscientes de la influencia de este tipo de pensamientos. De hecho, las suposiciones se convierten en algo cotidiano en nuestro devenir diario pero que apenas  notamos.

En otros artículos hemos visto como la mayoría de las veces,"No todo es lo que parece" y que "Tener pensamientos extremos" es algo que deberíamos evitar pues tenemos muchas posibilidades de equivocarnos y  que las reflexiones, acciones,  actitudes y propósitos de nuestros interlocutores vayan por otros derroteros absolutamente diferentes de los que imaginamos.

También debemos evitarlos porque es injusto para las otras personas que estemos prejuzgando lo que quieren, piensan o sienten.

Te proponemos desde Luz Plena que a partir de hoy, evites leer el pensamiento de los demás o adelantarte a los acontecimientos.

LAS RELACIONES SON MÁS SANAS CUANDO NO VEMOS DOBLES INTENCIONES Y SÍ EL SENTIDO DIRECTO DE LAS COSAS.

Ajústate a lo que se manifiesta. Procura no hacer interpretaciones subjetivas si no tienes razones sólidas para confirmarlo pues es mucha la ansiedad innecesaria que esto genera. Al final el que sufre eres tu anticipándote a algo que no sabes si verdaderamente va a ocurrir.

SIEMPRE ES MEJOR PREGUNTAR ANTE LA DUDA.
Pregunta directamente y busca la información de la fuente directa en lugar de hacer uso de "tus poderes adivinatorios".

Recordemos para terminar, uno de los cuatro principios toltecas que dice:


1. No Supongas:

No des nada por supuesto. Si tienes dudas, acláralas. Si sospechas, pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que no tienen fundamento.


2. Honra tus palabras:

Lo que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo; si no te honras a ti mismo, no te amas. Honrar tus palabras es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Así consigues ser auténtico y respetable.


3. Haz siempre lo mejor que puedas:

Si siempre haces lo mejor que puedes, nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de algo.


4. No te tomes nada de manera personal:

Ni la peor ofensa. Ni el peor desaire. Quien te ofende tiene un veneno que descarga contra ti por no saber cómo deshacerse de él. Pero el problema es de él y no tuyo.


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