Nos
pasamos la vida creyendo ser portadores de una bola de cristal, adivinamos y nos adelantamos a hechos futuros y a pensamientos e
intenciones propios y de los demás como si fuésemos auténticos guionistas de una película; pero donde los personajes son reales y
con vidas propias e independientes.
"Una
niña tenía dos manzanas en su mano. Su mamá se le acerco y le
pregunto a su hija si le daba una manzana. La niña rápidamente
mordió una y luego la otra.
La mamá sintió como que se le congeló
la sonrisa y trato de no mostrar su decepción. Pero entonces, la
niña le pasa una de las manzanas y le dice:
- Toma
mamá, esta es la más dulce...
No
importa cuántas experiencia o conocimiento crees que tienes, nunca
hagas juicios. Ofrécele al otro la oportunidad de dar una
explicación. Lo que percibes puede no ser la realidad"...
No
sólo SABEMOS, sino que DAMOS POR SENTADO Y VERDADERO que
si alguien, por ejemplo, no nos saluda es porque no le agradamos y no
quiere hablar con nosotros.
Vamos así, tejiendo y asimilando una
información sin apenas corroborar o tomarnos la molestia de
comprobar si eso que pensamos es correcto o no. Simplemente damos por
sentado algo que es totalmente subjetivo.
De
esta forma, creamos un drama de una idea errónea. Hacemos
suposiciones de cómo los demás piensan, sienten y actúan y lo
peor es, que reaccionamos emocionalmente a esta idea porque pensamos
que es cierta. Y ya sabemos que nuestro cerebro no discrimina mucho
entre la realidad y lo que cree que es la realidad.
Lo
más interesante es que todo este proceso ocurre prácticamente fuera
de nuestra conciencia. Suponemos muchas cosas pero en realidad, no
somos conscientes de la influencia de este tipo de pensamientos. De
hecho, las suposiciones se convierten en algo cotidiano en nuestro
devenir diario pero que apenas notamos.
En
otros artículos hemos visto como la mayoría de las veces, no
todo es lo que parece y que tener pensamientos extremos es algo que deberíamos evitar pues tenemos muchas posibilidades de
equivocarnos. También juzgar las reflexiones, acciones, actitudes y
propósitos de nuestros interlocutores vayan por otros derroteros
absolutamente diferentes de los que imaginamos porque es injusto para las otras personas que
estemos prejuzgando lo que quieren, piensan o sienten.
Te
proponemos desde Luz Plena que a partir de hoy, evites leer el
pensamiento de los demás o adelantarte a los acontecimientos.
LAS
RELACIONES SON MÁS SANAS CUANDO NO VEMOS DOBLES INTENCIONES Y SÍ EL
SENTIDO DIRECTO DE LAS COSAS.
Ajústate
a lo que se manifiesta. Procura no hacer interpretaciones subjetivas
si no tienes razones sólidas para confirmarlo pues es mucha la
ansiedad innecesaria que esto genera. Al final el que sufre eres tu
anticipándote a algo que no sabes si verdaderamente va a ocurrir.
SIEMPRE
ES MEJOR PREGUNTAR ANTE LA DUDA.
Pregunta
directamente y busca la información de la fuente directa en lugar de
hacer uso de "tus poderes adivinatorios".
Recordemos para terminar, uno de los cuatro principios toltecas que dice:
1.
No Supongas:
No
des nada por supuesto. Si tienes dudas, acláralas. Si sospechas,
pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo
envenenan tu alma y que no tienen fundamento.
2.
Honra tus palabras:
Lo
que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no honras tus palabras, no
te estás honrando a ti mismo; si no te honras a ti mismo, no te
amas. Honrar tus palabras es ser coherente con lo que piensas y con
lo que haces. Así consigues ser auténtico y respetable.
3.
Haz siempre lo mejor que puedas:
Si
siempre haces lo mejor que puedes, nunca podrás recriminarte nada o
arrepentirte de algo.
4.
No te tomes nada de manera personal:
Ni
la peor ofensa. Ni el peor desaire. Quien te ofende tiene un veneno
que descarga contra ti por no saber cómo deshacerse de él. Pero el
problema es de él y no tuyo.
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