Bendecir
significa desear y querer incondicionalmente el bien ilimitado. El
sociólogo y escritor francés Pierre Pradervand, nos propone esta
sabia recomendación en su libro El arte de Bendecir:
“Al
despertar bendigan su jornada, porque está ya desbordando de una
abundancia de bienes que sus bendiciones harán aparecer. Porque
bendecir significa reconocer el bien infinito que forma parte
integrante de la trama misma del universo. Ese bien lo único que
espera es una señal suya para poder manifestarse.
Al
cruzar con la gente por la calle, en el autobús, en su lugar de
trabajo, bendigan a todos. La paz de su bendición será la compañera
de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su
itinerario. Bendigan a los que los encuentren, derramen la bendición
sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con Dios, con
ellos mismos y con los demás.
Bendecid en sus bienes y en sus
recursos. Bendecid de todas las formas imaginables, porque esas
bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que
algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los
espacios áridos de su propia vida.
Mientras
pasean, bendigan su ciudad, bendigan a los que la gobiernan y a sus
educadores, a sus enfermeras y a sus barrenderos, a sus sacerdotes, a
todos y todo. En cuanto alguien les muestre la menor agresividad,
cólera o falta de bondad, respondan con una bendición silenciosa.
Bendecir totalmente, sinceramente, gozosamente, porque esas
bendiciones son un escudo que los protege de la ignorancia de sus
maldades, y cambia de rumbo la flecha que les han disparado.
Bendecir
significa desear y querer incondicionalmente, totalmente y sin
reserva alguna el bien ilimitado ,para los demás y para los
acontecimientos de la vida , haciéndolo aflorar de las fuentes más
profundas y más íntimas de su ser. Esto significa venerar y
considerar con total admiración lo que es siempre un don del
Creador, sean cuales fueren las apariencias. Quien sea afectado por
su bendición es un ser privilegiado, consagrado, entero.
Bendecir
significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo,
pensar en él con profundo reconocimiento, evocarle con gratitud.
Significa además llamar a la felicidad para que venga sobre él,
dado que nosotros no somos nunca la fuente de la bendición, sino
simplemente los testigos gozosos de la abundancia de la vida.
Bendecirlo
todo, bendecir a todos, sin discriminación alguna, es la forma
suprema del don, porque aquellos a los que bendicen nunca sabrán de
dónde vino aquel rayo de sol que rasgó de pronto las nubes de su
cielo, y ustedes raras veces serán testigos de esa luz que ha
iluminado su vida.
Cuando
en su jornada surja algún suceso inesperado que los desconcierte y
eche por tierra sus planes, exploten en bendiciones, porque entonces
la vida está a punto de enseñarles una lección, aunque su copa
pueda parecerles amarga. Porque ese acontecimiento que creen tan
indeseable, de hecho lo han suscitado ustedes mismos para aprender la
lección que se les escaparía si vacilarán a la hora de bendecirlo.
Las pruebas son otras tantas bendiciones ocultas. Y legiones de
ángeles siguen sus huellas.
Bendecir
significa reconocer una belleza omnipresente, oculta a los ojos
materiales. Es activar la ley universal de la atracción que, desde
el fondo del universo, traerá a su vida exactamente lo que necesitan
en el momento presente para crecer, avanzar y llenar la copa de su
gozo.
Cuando
pasen por delante de una cárcel, derramen la bendición sobre sus
habitantes, sobre su inocencia y su libertad, sobre su bondad, sobre
la pureza de su esencia íntima, sobre su perdón incondicional.
Porque sólo se puede ser prisionero de la imagen que uno tiene de sí
mismo, y un hombre libre puede andar sin cadenas por el patio de una
prisión, lo mismo que los ciudadanos de un país libre pueden ser
reclusos cuando el miedo se acurruca en su pensamiento.
Cuando
pasen por delante de un hospital, bendigan a sus pacientes, derramen
la bendición sobre la plenitud de su salud, porque incluso en su
sufrimiento y en su enfermedad, esa plenitud está aguardando
simplemente a ser descubierta. Y cuando vean a alguien que sufre y
llora o que da muestras de sentirse destrozado por la vida,
bendíganlo en su vitalidad y en su gozo: porque los sentidos sólo
presentan el revés del esplendor y de la perfección últimas que
sólo el ojo interior puede percibir.
Es
imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Mantengan en sí mismos,
por tanto, ese deseo de bendecir como una incesante resonancia
interior y como una perpetua plegaria silenciosa, porque de ese modo
serán de esas personas que son artesanos de la paz, y un día
descubrirán por todas partes el rostro mismo de Dios.
Y
por encima de todo, no se olviden de bendecir a esa persona
maravillosa, absolutamente bella en su verdadera naturaleza y tan
digna de amor, que son ustedes mismos”.
Por
todo esto, cuando no veas lo bueno, o el bien de lo que estés
viviendo, utiliza la bendición. Cuando tengas un problema o una
situación que no te guste dí con firmeza: “BENDIGO EL
BIEN DE ESTA SITUACIÓN, LO DECLARO Y LO QUIERO VER”. Puedes
preguntarte también: “¿PARA QUE ME ESTA PASANDO ESTO?”
Tienes
que tener la certeza que al decirlo el UNIVERSO te dará la
respuesta de la forma que sea para que veas el lado positivo de tu
despido de trabajo, de la ruptura con tu pareja, de que no arranque
el auto , del atasco a salida de la ciudad…Todo, absolutamente todo
tiene un fin positivo. Quieras o no, es así. Bendice el opuesto de
las situaciones que no te gustan de hoy. Si no te gusta tu economía,
bendice tu prosperidad, bendice tu sueldo, bendice tu dinero….Si
quieres conservar tu trabajo, bendice todo lo bueno que tiene tu
trabajo…Si te falta amor en tu relación de pareja, bendice el amor
que sientes por tu pareja, etc.
Tenemos libre albedrío de elegir qué queremos ser, hacer, y que
tener en nuestras vidas . Tú decides. Así que cambia tu manera
de pensar, BENDICE y cambiará tu forma de vivir....
COMPARTE ESTE ARTÍCULO CON LA GENTE QUE AMAS