No
sabemos si te habrá llegado, pero a nosotros sí. Desde Luz
Plena queremos compartirlo contigo porque nos parece una bellísima
reflexión de la que tenemos mucho que aprender.
Llega
de la brillante mente de la psicóloga italiana Francesca Morelli, un
pensamiento en voz alta que se ha viralizado entre nuestros queridos
vecinos italianos y que llega a nuestro país en pleno brote de Coronavirus:
“Creo
que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas
según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos
que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan que pensar. En una era
en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes
por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en
primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga
al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de
manera considerable. La calidad del aire que respiramos mejora,
usamos mascarillas, pero no obstante seguimos respirando.
En
un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías
discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están
resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace
experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los
discriminados, aquéllos a los que no se les permite cruzar la
frontera, aquéllos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo
ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo
tipo de lujos económicos a nuestro alcance.
En
una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que
todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué,
sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado.
Quietos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al
que le hemos perdido el valor, si acaso éste no se mide en
retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos todavía
cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?
En
una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se
delega a menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus
obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones
alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios
hijos. Nos obliga a volver a ser familia.
En
una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la
comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio
virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de
cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que
nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a
distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos
dado por descontado estos gestos y su significado?
En
una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma,
este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de
esta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de
ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de
algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se
responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que
de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú
dependes de ellos.
Dejemos
de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y
empecemos a pensar en qué podemos aprender de todo ello. Todos
tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo
y sus leyes parece que la humanidad ya esté bastante en deuda y que
nos lo esté viniendo a explicar esta epidemia, a caro precio”.
(Autoría:
F. MORELLI, traducido al español)