Con esta frase y de
esta manera tan poética y maravillosa definía el escritor
estadounidense Mark Twain el perdón. El
verdadero perdón es un gran acto del espíritu y demuestra
nuestra valía personal. Perdonar a alguien que nos ha agraviado es
en realidad un acto egoísta más que un acto desinteresado. Dejar
salir nuestra hostilidad y odio de nuestro interior es algo que en el
fondo, hacemos para nosotros mismos más que para el beneficio del
otro.
Cuando
albergamos en nuestro interior un sentimiento de resentimiento y
rencor hacia alguien, en realidad, es como si llevásemos a esa
persona sobre nuestra espalda. Consumirá nuestra energía, nuestras
ilusión y sobre todo nuestra paz mental.
Cada
vez que pensamos en alguien que nos ha hecho daño es un minuto que
restamos a un propósito mucho más valioso para nosotros: Atraer a
las personas que verdaderamente nos ayudarán.
En
el momento que perdonamos, nos desprendemos de esa enorme carga de
nuestra espalda y podemos continuar nuestro camino de manera más
liviana y con entusiasmo.
Ten esto siempre presente: perdonar es la mejor manera de elevar nuestra
calidad de vida.
COMPARTE ESTE ARTÍCULO CON LA GENTE QUE AMAS