martes, 11 de diciembre de 2018

Guardar secretos tiene consecuencias para la salud


Muchos ya habréis notado que proteger un secreto es una hazaña para cualquier ser humano. Recientes estudios muestran que esto es así porque no divulgarlos requiere de un esfuerzo mental muy agotador.



Según un estudio publicado en la revista "Psicología Experimental", las personas que guardan un secreto se desempeñan peor o se dan por vencidas fácilmente en tareas que requieren de capacidad espacial. Por ejemplo, perciben las distancias más largas de lo que son o las pendientes más inclinadas. 

El trabajo concluyó que los secretos son cognitivamente como los pensamientos no deseados: toman más espacio en el cerebro en la medida en que se trata de no pensar en ellos. 

Puede tratarse de secretos de infidelidades, de orientaciones sexuales complicadas de aceptar o un pasado obscuro; el caso es que muchas personas optan por guardarse ese tipo de información para sí mismos, lo cual, se comprobó científicamente, que implica un peso psicológico, una losa emocional. Por eso la mayoría termina divulgándolos.


 “Dejar salir el secreto, aunque sea de manera escrita, suele hacer sentir a las personas aliviadas”


Así, la salida más obvia es también la más liberadora: dejarlo salir. El problema se complica cuando no se encuentra al interlocutor adecuado para contarlo. 

Otra persona en la que confíen, que sepan que mantendrá la información a salvo y que no tiene ningún control sobre los posibles efectos secundarios de la revelación. 

Si no es posible, los psicólogos sugieren que existen líneas telefónicas especializadas en escuchar a las personas sin que tengan que revelar sus identidades; o bien, utilizar foros donde poder escribir de manera anónima. 






Terminamos con unas palabras del escritor Stephen King que consideramos, describe muy bien la importancia de una buena comunicación:

"Las cosas más importantes son siempre las más difíciles de contar. Son cosas de las que uno se avergüenza, porque las palabras las degradan. Al formular de manera verbal algo que mentalmente nos parecía ilimitado, lo reducimos a tamaño natural. Claro que eso no es todo, ¿verdad? Todo aquello que consideramos más importante está siempre demasiado cerca de nuestros sentimientos y deseos más recónditos, como marcas hacia un tesoro que los enemigos ansiaran robarnos. Y a veces hacemos revelaciones de este tipo y nos encontramos sólo con la mirada extrañada de la gente que no entiende en absoluto lo que hemos contado, ni por qué nos puede parecer tan importante como para que casi se nos quiebre la voz al contarlo. Creo que eso es precisamente lo peor. Que el secreto lo siga siendo, no por falta de un narrador, sino por falta de un oyente comprensivo"

("El Cuerpo" Stephen King)

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