lunes, 3 de diciembre de 2018

La guerra contra el tiempo





LA GUERRA CONTRA EL TIEMPO

Tarde o temprano perdemos la guerra contra el tiempo. Nuestra juventud se nos escapa del cuerpo y la gravedad fuerte y descarada, se apodera de todo aquello que cuidadosamente nos hemos esforzado por mantener en su lugar.

Ya no hay cremas ni pomadas que borren las marcas de tantas risas, penas, trasnoches y enojos de nuestro semblante. Tomamos vitaminas, colágeno, limón, jengibre, vinagre de manzana, miel y omega 3, y cuanta fórmula se nos atraviese. Comemos menos para llenarnos de hambre. Sudamos cuando hace frío y el sueño nos desvela.

Un día nos damos cuenta que no hay tacón cómodo, que no vemos sin gafas y las raíces de nuestras canas crecen sin piedad. Que nuestra cintura se va emparejando y nuestras rodillas se van redondeando.

Un día, nos cansamos de imitar en el espejo, a aquella joven que fuimos. Nos miramos de frente, sin luz cálida ni sombras y por fin aceptamos que hemos vivido más vida de la que nos queda.

Y que bello que ha sido haberlo vivido y sentido. Haber dado tanto amor, como haberlo recibido. Adquirir la experiencia y aprender de paciencia. Qué importa si nos ganó la gravedad y perdimos la guerra contra las arrugas o que nos cansamos de hundir el estómago.



¿Qué importa? si la belleza ya sale del alma y además,  es  infinita y  está plena de amor y perdón. Qué importa si vamos pa' viejas o si  las hay más jóvenes y  más  bellas. Qué importa si tenemos la vida y cada experiencia nos pinta de sabiduría.

¡Qué honor haber sido y continuar siendo madres, esposas, 

novias, amantes, hermanas, abuelas y amigas...! 

Aun nos queda mucho amor por vivir y llega sin exigir ni pedir.

¡Qué maravillosa es esta etapa de ser como somos, de  amarnos tal  cual somos!. Qué lindo es seguir adelante con todo lo vivido y aprendido...

Autoría: Elisa Dapena Cruz

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