domingo, 30 de agosto de 2020

Personas que nos sacan de quicio

 

¿Verdad que te ha pasado alguna vez? Hay personas que sin saber porqué, nos alteran, nos "sacan de quicio" e incluso, sacan lo peor de nosotros. ¿Por qué ocurre esto? Cuando alguien nos irrita, probablemente sea porque:

1.-  Vemos en esa persona una parte de nosotros mismos que no nos gusta. Nos negamos a ver esa cualidad en nosotros mismos y, por lo tanto, tampoco deseamos verla en otro.

2.- Esta persona puede recordarnos algún problema con el que todavía estamos conectados: alguien con quien ha quedado “suspendido” y una situación no resuelta, alguna “limitación” con la que no hemos podido conciliar.

3.- No nos permite distorsionar la verdad como solemos hacer, con esta persona no podemos "contárnosla" y no se presta a nuestro juego, no soporta nuestras ilusiones favoritas y no quiere ignorar lo obvio.


4.- Nos muestra en qué podemos convertirnos en el futuro y cómo podemos hacerlo, pero no nos sentimos preparados para dar este salto, por eso preferimos denigrarlo con la esperanza de derribarlo y traerlo de vuelta a nuestro nivel.

Las personas y los eventos que generamos en nuestra vida son como  espejos que nos muestran las partes más importantes de nuestra oportunidad evolutiva en la tierra.

Cuando decimos espejos no nos referimos a que todas las personas  que conocemos sean iguales a nosotros, sino que algunas en concreto, llaman la atención sobre algo dentro de nosotros.

Pero este espejo no solo refleja lo que somos con precisión, nos muestra mucho más. Gracias a lo que sucede afuera podemos ver la verdad sobre algunos de nuestros procesos internos.

Cuando atraemos a nuestra vida a una persona con la que tenemos muchas cosas en común, nos sentimos bien y entendemos de inmediato por qué coincidimos y nos conocimos. Las afinidades nos dan una sensación de intimidad, que a su vez nos  genera seguridad, protección y paz interior, cosas que casi todo el mundo desea. En estos momentos descubrimos cómo somos, notamos algo parecido a nosotros en el otro, por lo que sentimos amor y simpatía. Dado que estas son cualidades que nos pertenecen, el amor que sentimos no es solo por los demás, sino también por nosotros mismos. Nos amamos el uno al otro. ¿Verdad que esto se entiende bien?

Pero ¡ojo!, cuando suceda de otra manera, sea cual sea la situación que nos moleste, podemos convertir la circunstancia a nuestro favor y no desperdiciarla. No te cierres.

Podemos tratar de entender en primer lugar cuál, entre las cuatro razones enumeradas anteriormente, es la que más resuena en la molestia que sentimos el uno por el otro. Empezamos a buscar qué miedo enterrado, o qué dolor escondido, o qué ira reprimida ha sido reactivado y sacado a la superficie gracias a la interacción con esa persona que me despierta tanto rechazo y me saca de quicio. Trata de no desperdiciar la oportunidad inmediatamente mirando hacia afuera y culpando al exterior.

Podemos aprender a crecer gracias a esta situación. De lo contrario, la misma situación se repetirá una y otra vez, un número infinito de veces, hasta que finalmente entendemos el mensaje.

Cuando nos damos cuenta de que alguien nos está haciendo sufrir, comenzamos a estar agradecidos con esa persona por ser nuestro maestro. Siendo exactamente lo que es, presionó un botón en nuestro subconsciente activando su proceso y curación.


¡Pero cuidado!; con esto no estamos diciendo que debamos perdonar, rebajarnos y humillarnos frente a quienes hacen lo que quieren con nosotros, sino simplemente permanecer conscientes de lo que estamos creando, ya que lo estamos haciendo solo con el propósito de nuestra evolución, y esto se llama AMOR. Es un Amor de "baja conciencia", ya que usamos el sufrimiento para generar un Despertar y una transformación pero,  cuando estemos listos para evolucionar en alegría, esto también cambiará.

Jugando a mirar al otro desde un rol  de "maestro del dolor" hacia nosotros, podemos dar un paso más hacia nuestra libertad. Necesitamos entender que nadie puede realmente lastimarnos con lo que dicen o hacen. Ya estamos llenos de heridas y hematomas, provenientes de nuestra infancia, adolescencia y prejuicios sociales...

El otro es un gran  faro que nos muestra dónde debemos llevar nuestra conciencia para mejorar, para avanzar, para ser aún más libres. Siempre tenemos derecho a dejar ir a alguien, especialmente cuando sentimos que el umbral del dolor ha superado el límite.

La relación con el otro es un territorio muy delicado porque salimos al encuentro de la gente llenándonos de expectativas. Somos incapaces de experimentar un estado de libertad anticipado por el otro. Nada puede hacer otra persona por nosotros si todavía somos incapaces de generar una felicidad y una alegría que vayan más allá de cualquier relación. Quien no quiera comprender este pasaje será un mendigo de amor toda su vida.

El otro no nos dará la felicidad que siempre hemos estado esperando, simplemente porque la felicidad, por naturaleza, viene de adentro y no de afuera. El otro no es el verdugo y el responsable de nuestros sufrimientos, porque solo está despertando, con su actitud, algo que ya está enterrado en nosotros y que pide ser curado.

Todo el mundo es verdugo y víctima de sí mismo, es una ley Universal.

Dejemos brillar la luz del alma que somos e integremos, a través del amor, cada parte de nosotros mismos que no nos gusta en nuestro corazón. Entonces comenzamos a transformar esta parte en una nueva Conciencia. Dejemos ir con alegría a quienes nos han permitido dar este salto evolutivo, y hagámoslo con gratitud y con mucho respeto. No hay mejor receta que esta.

COMPARTE ESTE ARTÍCULO CON LA GENTE QUE AMAS