lunes, 20 de mayo de 2019

De las mentiras que vives, te lo recordará tu cuerpo

Vivimos en una sociedad donde las dobleces y los “mensajes adornados” están latentes en cada circunstancia. De lo que no todos somos conscientes, es del poder que la mentira tiene sobre nuestro cuerpo. Mentir supone para nuestro cuerpo una carga que nos traerá consecuencias que se reflejarán en nuestra personalidad y el trato con los demás.



Es sabido por todos que para mentir se necesita muy buena memoria, además, de tener una gran capacidad para la interpretación. Mentir no solo afecta a los demás, sino que a largo plazo, también nos afecta a nosotros mismos físicamente y con la consecuente pérdida de confianza de los que más queremos.



Entonces, ¿por qué mentimos?

Uno mismo es consciente cuando miente a otra persona, pero el secreto está en saber el grado y el tipo de mentira para saber cuánto nos puede afectar a nuestra mente. La gran mayoría de las personas busca en la mentira un “escape” o “realidad paralela” donde nos encontramos en perfecto estado y haciendo lo que realmente nos gusta. Pero lo cierto es, que cuando mentimos , lo que damos a entender a los demás es la “cruda mentira”. Ese círculo vicioso aumenta cada vez más cuando uno mismo no se controla al decirlas y surgen efectos físicos y hasta psicológicos.



La mentira deriva de importantes factores como:


Estrés y angustia

Se ve reflejado cuando una mentira tiene que ser sostenida por largos lapsos de tiempo. Como consecuencia nos trae alteración, estrés, vivir sintiéndonos “perseguidos”, alertas de todo. La grave consecuencia es perder la moral y aumentar nuestro estado interno de angustia. Como solución es conveniente decir siempre la verdad aunque duela. Como muchos psicólogos aseguran, lo ideal es saber tratar, conversar la situación con total libertad, respeto y buena comunicación.

Mentira y autoestima

En las personas acostumbradas a mentir predomina  la vulnerabilidad, el temor a fracasar y no intentar lo que realmente quieren o buscan. Se llegan a lograr resultados efectivos trabajando este tema forjando una autoestima más sólida. Obstaculizar los temores y aceptar equivocarnos como cualquier ser humano haciéndonos cargo de cualquier situación repercutirá positivamente en dejar de mentir.
La mentira modifica nuestra comunicación, no da lugar a estar en paz con nuestra mente, deriva en enfermedades y en cambios psicológicos que afectan tanto a nosotros como a las personas que nos rodean.

Dolor

Las mentiras hacen daño y como consecuencia deriva en pérdida de confianza. Una de las consecuencias más evidentes de que las mentiras hacen daño es la pérdida de confianza que causa en la otra persona. Cuando descubrimos que alguien nos miente, nuestra inclinación a partir de ese instante es a desconfiar de cada cosa que nos diga. Una desconfianza que aumenta si las mentiras son varias. Llega un punto en el que somos incapaces de distinguir entre la verdad y la mentira. La razón principal es porque ya no sabremos si nos mienten o no.

¿Cómo nos afecta físicamente el mentir?

Las mentiras están relacionadas con la segregación de las hormonas causantes del estrés, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Unos procesos que reducen los anticuerpos para combatir las infecciones en sangre y que, si se prolongan en el tiempo, acaban causando desde dolores de espalda y cabeza, hasta problemas menstruales e incluso infertilidad. La tensión está detrás de estos problemas de salud; por ejemplo: imagínate que vas a mentir a tu jefe o a tu novia y observa cómo se te tensionan los hombros, el estómago y el resto del cuerpo.




Para construir una mentira se necesita una gran cantidad de energía física y mental, por lo que debemos pensar lo que vamos a decir antes de responder.
Por tanto la  mentira causa un inmenso dolor en los demás, pero sobre todo, en la persona que miente. La razón es sencilla, a largo plazo se verá sola. Al perder la confianza de aquellos que le rodean, corre el peligro de acabar llevando una vida solitaria. La mentira no es una buena compañera por muy dura que sea la realidad. Ya que las mentiras hacen daño y mucho, en aquellos que han depositado la confianza en nosotros. El sentimiento de traición es muy doloroso y deshace las relaciones.

Cuando sintamos el impulso de mentir, lo primero de todo es pensar en que las mentiras hacen daño aunque en un primer momento no sepamos verlo. Si nuestra vida se basa en la sinceridad, no tendremos necesitad de ponernos una máscara ni interpretar un papel con los demás. Recuerda: La honestidad es el camino hacia el bienestar.