jueves, 24 de septiembre de 2020

La música que escuchamos puede decir mucho de nosotros


 

La música representa la banda sonora de nuestras vidas fantásticas, a veces más melodramáticas, otras más techno y otras incluso más rock. Siempre hay una canción que podemos asociar con cada momento. No solo nos acompaña la melodía, sino sobre todo la letra, las palabras pueden provocar emociones que muchas veces somos incapaces de expresar. Quizás en la música encontremos a alguien mejor que nosotros para sacar a relucir ese enfado, esa tristeza o esa euforia que solo nosotros no sabríamos expresar.

Las canciones en su gran mayoría son sobre el amor y la vida está hecha de amor, no hay forma de vida sin amor porque es ahí donde nacemos e incluso en aquellos casos en los que nacemos por casualidad, aunque no nos quieran, siempre existirá una forma mínima de ternura



Las canciones como instrumento de reflexión

Las canciones pueden ser un excelente alimento para el pensamiento, para analizar más profundamente la situación emocional actual, de hecho en psicoterapia se utilizan para mejorar el bienestar psicofísico.

La belleza de la música es que también suena silenciosamente en nuestra mente, no hay necesidad de escuchar con nuestros oídos, es nuestra memoria la que tararea, son nuestras emociones las que toman forma gracias a las notas de una canción.

¿Alguna vez has notado que en pleno silencio tu mente canta una canción que escuchaste hace un rato? Es posible que ni siquiera te guste, pero entró en tus neuronas y no es por casualidad, no es porque la escuchaste millones de veces en la radio, sino porque esas palabras quizás de una forma u otra tienen que ver con tu experiencia vital.

¿Qué música escuchas abitualmente?

Hay personas a las que les preguntas: "¿Qué música escuchas?" respuesta: "Toda la música", tal vez porque no son grandes amantes de la música y, como aquellos que no tienen una pasión fuerte, no hay clasificación, una elección, una selección entre lo bello y lo feo, entre lo que les gusta y lo que no.

Uno de los estudios trabajos científicos que más han intentado clarificar esta cuestión es el dirigido hace unos años por el profesor Adrian North, de la Universidad Heriot-Watt de Escocia, en el que casi 40,000 mil personas respondieron a una macroencuesta en la que debían opinar sobre 104 estilos musicales diferentes e indicar en qué medida les gustaban o no.

Comparando estos datos con los rasgos de personalidad de los participantes, los académicos ingleses fueron capaces de asociar estilo musical e identidad. Estas son algunas de las características personales de los seguidores de los estilos más conocidos según el citado estudio:

Los aficionados al country trabajan duro y son tímidos; los amantes del rap extrovertidos y los indies carecen de autoestima y son huraños; los amantes de soul han salido mejor parados en este estudio: son extrovertidos, creativos, dulces, están contentos consigo mismos y tienen una buena autoestima.

Según este estudio los aficionados al heavy metal son tiernos y tranquilos aunque no muy trabajadores y ¡ojo! tienen una baja autoestima.

Por otro lado uno de los hallazgos más interesantes de este estudio para Adrian North son las similitudes entre los amantes de la música clásica y los fans del heavy por extraño que pueda parecer… y es que ambos grupos son personas tranquilas, introvertidas y creativas.


North también da una explicación para aquellas personas que llevan la música en el coches: si la música es machacona y está alta es que tienen ingresos más elevados mientras que si escuchan música relajante suelen percibir sueldos más bajos.

Hay muchos estereotipos en torno a los fans del heavy metal, el rock, el punk etc. sobre todo entre las personas más mayores. Sus gustos musicales y su look despiertan en muchos desconfianza, recelo y otro tipo de creencias como el hecho de que son personas duras, rudas, de pocos sentimientos. Los más jóvenes no pensamos lo mismo, con todo respeto a nuestros mayores y un estudio reciente avala nuestra creencia de que los heavys son muy tiernos y sensibles.

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