El rencor no me sentaba bien así que, me vestí de indiferencia

Desde niños la sociedad nos inculca la importancia de aprender a perdonar. La religión da un enfoque más altruista pero desde la psicología, se le ha dado otro significado al perdón: “se debe por puro egoísmo” . Es decir, debemos olvidar para facilitar nuestra propia felicidad. No quiere decir que haya que olvidar. No existe ninguna cirugía milagrosa que extraiga de nuestro cerebro recuerdos dolorosos como los que han sufrido las víctimas de malos tratos, o aquellos que sufrieron una estafa, abuso o humillación. Es muy complicado cargar con ese dolor sobre nosotros a lo largo de la vida, pero al final se puede superar. El milagro del perdón permite que el dolor y su capacidad corrosiva se vayan diluyendo en nuestro corazón y conciencia. Dice Anthony de Mello en uno de sus maravillosos libros (“Un minuto para el absurdo”) : “La gente no está dispuesta a renunciar a sus celos y preocupaciones, a sus resentimientos y culpabilidades ...